as
semillas representan la forma más económica y, por lo general, más
fácil de crear nuevas plantas. Este es el método que también usa
la naturaleza. Las semillas de plantas resistentes por lo general
se siembran directamente en el jardín al aire libre, pero las plantas
más delicadas exigen una siembra previa en un tiesto o bandeja reproductora
dentro de un invernadero, en un sistema que pueda aportar calor
artificial o en un alféizar
bien resguardado.
ntes de explicar las técnicas de sembrado, es conveniente saber algo acerca de las semillas en si; particularmente qué es lo que las hace germinar. Una semilla contiene el gérmen de una nueva planta, con su primera
raíz y su primera yema y la reserva alimentaría suficiente para nutrirla en las primeras fases de la vida, dentro de la capa protectora de la semilla.
ara que una
semilla germine, ha de recibir humedad, oxígeno y suficiente calor
e, inmediatamente después, luz para aportarle la energía que necesita
para elaborar su alimento (ver Alimento
y nutrición). Si la humedad no puede penetrar la capa
de la semilla, la semilla no brotará; tampoco lo hará si la tierra
está encharcada o demasiado compacta, dado que el aporte de oxígeno
sería insuficiente.
l calor también ha de ser suficiente para que el proceso químico dentro de la semilla se vea estimulado y comience el crecimiento. Todos estos factores trabajan de forma conjunta para movilizar las reservas almacenadas dentro de la semilla y de las cuales depende hasta tanto se formen las hojas y raíces. Se han de cubrir todas estas necesidades si se quiere obtener un crecimiento
sano. Algunas semillas recubiertas de capa dura (los guisantes de
color oscuros, por ejemplo) germinarán mejor si les producimos un pequeño corte del lado opuesto a la yema, de modo que la
humedad pueda penetrar sin dificultad. Muchas semillas de árboles y de arbustos necesitan un tratamiento de frío antes de que germinen.
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